8 de octubre de 2008

SALVAR A LA MUJER ES SALVAR A LA FAMILIA


Con la misma sinceridad con que reflejamos en este blog el tema de la salita de pediatría de nuestro hospital con el título "Chascomús, un pueblo que dice la verdad",
Hoy sentimos que es nuestro deber reproducir la primera plana de nuestra edición impresa del mes de octubre de 2008.


En sus homilías de esponsales, el actual Obispo Emérito de Chascomús, Monseñor José María Montes gustaba repetir no sin una sonrisa que “el hombre es, en el matrimonio cristiano, cabeza de la mujer y salvador de su cuerpo” haciendo el paralelo entre Cristo y la Iglesia, su esposa mística.
No se refería el anciano Obispo a que la mujer no fuera capaz de pensar por sí misma, sino que el hombre debía preocuparse de preservarla de todos los males que pudieran dañarla porque de ella depende nada más ni nada menos que la familia.
Dios necesitó de una familia para que Su Hijo se manifestara y esperó el sí de la mujer, y le puso un compañero terreno para que se encargara no sólo de ella sino del Hijo.
Cuando en Chascomús se dio el feliz suceso de que una mujer accediera al cargo de Intendente, muchas esperanzas se depositaron en ella y fue desde estas páginas, desinteresadas si las hay en la prensa lugareña, que se dijo “Ganó la mujer… ganará la familia” y dijimos también que el segundo período la expondría al desgaste político y que cuando ese momento llegara debería apoyarse en la gente que la votó, el hombre y la mujer comunes que no se resignan a un Chascomús carcomido por una crisis moral y ética de la que pareciera estar “prisionera” la mujer más importante de la historia lugareña.
Quiera Dios que en este mes de la familia, la luz necesaria llegue a los distintos estamentos del poder político local y comience la reparación. Luz significa que lo que está oculto se descubra y que el camino a seguir sea el de la honestidad y el cumplimiento del deber. Cada uno en su rol, porque de lo contrario será la Patria chica quien demande a quienes no cumplieron y será Dios, el Padre justo, quien llamará a cada uno por su nombre y a ÉL difícilmente puedan mentirle.