27 de agosto de 2012

Como se pide: sobre la prohibición de El Eternauta


Ni  adoctrinamiento ni censura
El peligro de las dos tenazas

Los acontecimientos de los últimos días hacen  que veamos con preocupación los comportamientos, no exentos de extremismo, que el gobierno nacional y el de  la Ciudad  de Buenos Aires manifiestan a la hora de relacionarse con los alumnos de las  escuelas públicas.  
Luego de una semana intensa de debate en base a la formación ciudadana que se está dando en nuestras escuelas,  el Jefe de Gobierno de la ciudad,  censuró la lectura de la  obra de Héctor Oesterheld y Solano López.
Con el fundamento de que los futuros ciudadanos no deben tener ideología ni hacer política, se sostiene la posición en la que, tanto los “talleres políticos”, la participación ciudadana, la intromisión del Estado y los partidos políticos en la sociedad civil, es mala. Expresa la idea de los más poderosos, quienes se benefician con la falta formación política y la consecuente participación social, evitando así la existencia de un ciudadano fuerte que imponga condiciones de igualdad, solidaridad y libertad.
Por un lado, Macri apuntando contra el Eternauta y prohibiendo la posibilidad de que los alumnos elijan libremente sus libros de lectura, y por el otro, la utilización del Estado como herramienta de política partidaria, con la intención de producir adoctrinamiento que sirva de reproducción de la única verdad en el relato histórico. Ambos con rezagos autoritarios.
Al respecto, recordemos que los fines y objetivos de la política educativa nacional están fijados en el Artículo 11 de la Ley de Educación, donde el inciso c) remarca: “Brindar una formación ciudadana comprometida con los valores éticos y democráticos de participación, libertad, solidaridad, resolución pacífica de conflictos, respeto a los derechos humanos, responsabilidad, honestidad…”. Lo establecido en la norma se convierte en una política de Estado, que va más allá de la coyuntura de un gobierno determinado, y esa política establece   que los alumnos y futuros ciudadanos cuenten con formación ciudadana sobre la base de esas ideas y valores. 
No terminemos presos o “apretados” por las tenazas de las posiciones extremas, en la cual uno recurre al Estado como instrumento de acción política partidaria, expresando una única verdad, y por el otro, la imposibilidad de contar con ideología ni política (ni libertad de elegir).
Por el contrario,  hay que propiciar en los alumnos un pensamiento crítico y reflexivo, sobre la base de pluralidad de ideas y de libertades de elección efectivas.  Hay que  fomentar  la construcción de una democracia plena, la cual no existe sin partidos políticos que incentiven a la participación ciudadana para alcanzar el bienestar común en una sociedad más justa. Como nos recuerda M. Foucault, la esencia de nuestra vida consiste en el funcionamiento político de la sociedad en que nos encontramos.
           
                                                                                              Lic. Osvaldo J. Casalins
D.N.I. 25.041.709