4 de diciembre de 2009

SEMILLAS DE SANTIDAD



Vivió y murió como un pastor

De los que dijeron sí, Mons. Enrique Angelelli
por P. Martín Dolzani, ssp
Responsable de la Pastoral vocacional Sociedad de San Pablo
dolzani.mar@san-pablo.com.ar

Continuando con el proyecto de mostrar alguno de los modelos sacerdotales, durante este Año Sacerdotal, les propongo, hoy, resaltar la figura controvertida de monseñor Enrique Angelelli. Su persona despertó distintos ecos, favorables y de rechazo. Justamente tuvieron que pasar 25 años de su trágica muerte, para que los Obispos de la República Argentina, en la 81ª Asamblea Plenaria de San Miguel, reconocieran, como cuerpo jerárquico eclesial, al obispo que “vivió y murió como Pastor” (12 de mayo de 2001).
En el mismo documento, los Obispos argentinos escribían: El día 4 de agosto de 1976, volviendo de la parroquia de Chamical, después de acompañar a esta comunidad dolorida por la muerte de los Padres Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, cruelmente asesinados, como lo fue el laico Wenceslao Pedernera, encuentra la muerte en la localidad de Punta de los Llanos. Muchos de nosotros conocimos a Mons. Angelelli personalmente. Otros, sobre todo los más jóvenes, oímos hablar mucho de él. Sabemos que la vida de los Obispos es difícil. Como hombres, tenemos virtudes y defectos. Es el Espíritu quien, valiéndose incluso de nuestras debilidades, inspira las grandes orientaciones que dan sentido a la vida.
Aun cuando no se contempla explícitamente su martirio, al menos, se dignifica su labor: Mons. Angelelli llevó a la vida del pueblo de La Rioja las enseñanzas del Concilio Vaticano II, de Medellín y del documento de San Miguel del Episcopado argentino. Su acción pastoral, inspirada por estos documentos, fue objeto de duras polémicas. Fue un hombre que se dejó tomar por el Espíritu y apasionar por el Evangelio. Más allá de su fortaleza y limitaciones humanas, se abrió a la acción del Espíritu que motivó, en él, fuertes deseos de santidad y una gran entrega en el servicio de los pobres. La muerte lo encontró cumpliendo una dificilísima misión. Acompañaba a las comunidades heridas por el asesinato de sus pastores. Vivió como pastor y murió como pastor.
Enrique Ángel Angelelli nació el 17 de julio de 1923, en la ciudad de Córdoba (Argentina). Era hijo de don Juan Angelelli y Celina Carletti, inmigrantes italianos, que vivían en las afueras de la ciudad dedicándose al cultivo de hortalizas. A los 15 años, ingresó en el Seminario Metropolitano Nuestra Señora de Loreto de Córdoba. Completó sus estudios eclesiásticos en el Colegio Pío Latino, de Roma. En 1949, a los 26 años, fue ordenado sacerdote, y, más tarde, obtuvo la licenciatura en Derecho Canónico, en la Pontificia Universidad Gregoriana.
De regreso a Córdoba, desde el año 1951, progresivamente, se desempeñó como vicario cooperador en la Parroquia San José; como capellán del Hospital Clínicas; como asesor de la JOC (Juventud Obrera Católica); además, participaba en la Junta Arquidiocesana de la Acción Católica, dictaba clases de Derecho Canónico y Doctrina Social de la Iglesia en el Seminario Mayor, y de Teología en el Instituto Lumen Christi. Colaboró en la curia arzobispal y en la pastoral universitaria, asesorando algunos centros de la JUC (Juventud Universitaria Católica).
Todas estas tareas le proporcionaron una fluida relación con estudiantes, trabajadores, pobres y con colegas sacerdotes. Muchos se sintieron atraídos por su calidez humana, actitud solidaria, su visión optimista y su compromiso de servicio. Sus obras generaron aplausos, por un lado, e incomprensiones por otro; contradicciones propias de todo buen pastor que sigue a Jesús.
En 1960, el papa Juan XXIII lo designó obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Córdoba. Posteriormente, Pablo VI, en 1968, lo nombró obispo de la Diócesis de La Rioja. Este ministerio episcopal, junto con el sacerdotal, lo ejerció con fe y valentía hasta aquel lamentable 4 de agosto de 1976, en que perdió la vida terrenal en una de las rutas riojanas. La justicia aún no ha esclarecido si se trató de un accidente o atentado.
En la Revista Crisis, de mayo 1974, Sergio Barbieri recoge un revelador testimonio del mismo Angelelli: Llevo cinco años en La Rioja, y ha pasado mucha agua bajo los puentes. En estos momentos, estoy acusado de ser un obispo rojo, marxista, de extrema izquierda. De llevar a la Iglesia —concretamente a la diócesis de La Rioja— por caminos tortuosos y no por los verdaderos caminos de la fe cristiana, del Evangelio. Se me acusa de meter ideas, traer gente y armar organizaciones de tipo subversivo, so pretexto de la vida pastoral. Trato de comprender a quienes, en este momento de tanta intransigencia, actúan así. Creo que la inmensa mayoría de ellos, por desconocimiento de su propia fe, desconocen la naturaleza de la Iglesia y la profundidad de los problemas que vive la comunidad riojana. Ignoran el contexto nacional, latinoamericano y mundial en que estamos viviendo. En el fondo, es el rechazo al cambio que se está operando en el mundo.
Al cumplirse treinta años de su muerte, monseñor Miguel Esteban Hesayne, sin vacilar, expresaba que, para difundir y confirmar la fe cristiana con la mayor fuerza de lo Alto en nuestra Patria, es hora de que la Iglesia Católica en la Argentina reconozca, en Enrique Angelelli, su primer mártir obispo argentino… porque siempre será verdad que "sangre de mártires es semilla de nuevos cristianos" (Tertuliano).
Por el bien de la Patria y de la Iglesia, deseamos que se haga justicia civil y eclesiástica. En este compás de espera, no dudamos de que el padre y obispo Angelelli marca un camino claro de santidad sacerdotal. Subrayamos solamente el tardío documento de la Conferencia Episcopal Argentina (ver más arriba): Monseñor Angelelli se dejó llevar por el Espíritu, enseñó y puso en práctica las líneas pastorales del Concilio y de las conferencias episcopales; acompañó a las comunidades heridas y entregó su gran amor a los pobres. Vivió y murió como un pastor, siguiendo los pasos de Jesús Buen Pastor.
tomado de San Pablo On line del jueves 3 de diciembre de 2009

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vivi esa epoca. Murio por su fe. Es
un ejemplo digno de imitar! Todavia
se discute si fue accidente o lo asesinaron! Este es el pais que nos toca vivir.
Un bendiabrazo en este fin de semana cercanos a Ma.Inmaculada!
hace 71 anios en un 8/12 tome mi Primera Comunion!
ETELVINA