La bandera Argentina que flameó en Malvinas en el “Operativo Cóndor” será izada en Lezama por integrantes del mismo
El 25 de Mayo en adhesión al Bicentenario la Bandera fue donada al Museo de Lezama.
El Operativo Cóndor (que no debe ser confundido con el plan cóndor de las dictaduras militares en Sudamérica) se llevó a cabo el 28 de Septiembre de 1966, cuando un grupo de 18 jóvenes nacionalistas tomó un avión que se dirigía a Ushuaia y lo desvió a las Islas Malvinas. Allí Izaron siete banderas argentinas y cantaron el Himno Nacional Argentino. Elaborar el plan demandó diez meses. Fernando Aguirre, integrante del grupo, dice que la idea original era comprar todos los boletos del vuelo AR 648 para evitar problemas con los pasajeros, “pero el dinero no alcanzó”, y revela que la operación fue financiada por el empresario metalúrgico –ya fallecido– César Cao Saravia, amigo de Juan Domingo Perón. El 28 de septiembre de 1966 fue miércoles. El pronóstico meteorológico anunciaba un día de sol en Buenos Aires y nublado en las Islas Malvinas, que los usurpadores británicos denominan Falklands. La principal preocupación del presidente Juan Carlos Onganía era el partido de polo que debía jugar con el Duque de Edimburgo, el esposo de la Reina de Inglaterra. Dardo Cabo, el jefe del operativo Cóndor que se propone realizar un acto de soberanía en Malvinas, mira por la ventanilla y sólo ve la oscuridad. Están sobrevolando territorio continental. Hace unas horas que vuelan y se acerca el momento de iniciar el operativo. Mira a sus 17 compañeros y en sus rostros observa la tensión y la ansiedad. Por un momento, sus 25 años pasan aceleradamente en múltiples imágenes. Recuerda su infancia en Tres Arroyos, donde nació. Su padre, el dirigente metalúrgico Armando Cabo, que fue colaborador de Eva Perón y que inició su militancia gremial en la fábrica Istilart. Cuando sus padres se separaron, se radicó en Buenos Aires, viviendo con su madre María Campano. Le hace señas a su segundo, Alejandro Giovenco para que se cambien las ropas. El operativo va a empezar en unos pocos minutos. Le sonríe y acaricia a su mujer María Cristina Verrier, la única mujer del grupo que conocía Malvinas y ayudó en la logística. Recorre velozmente los últimos días. La financiación del empresario Cao Saravia, la invitación al periodista, director y propietario de Crónica Héctor Ricardo García para que tenga la exclusividad de la noticia, los tres días en que el grupo estuvo encerrado en el camping de la UTA en Ituzaingó, con dos días de retiro espiritual, donde dos compañeros desertaron.
Todos los cóndores son peronistas murmura Dardo y de nuevo una sonrisa surca su rostro. María Cristina Verrier es la única mujer y la tercera en la sucesión de mando del operativo, que está a punto de protagonizar el primer secuestro de un avión en la Argentina. Proviene de una familia rica. Su padre era el Dr. Cesar Verrier, ex integrante de la Suprema Corte de Justicia. Su tío Roberto Verrier fue Ministro de la autodenominada Revolución Libertadora.. A las seis de la mañana Dardo Cabo, Alejandro Giovenco y Andrés Castillo entraron a la cabina del Comandante Ernesto García y su copiloto Silvio Sosa Laprida. Este es el relato recogido por Luis Beraza en su trabajo inédito: “Estaban sobrevolando Puerto Deseado en la Provincia de Santa Cruz. Andrés Castillo redujo al radio operador. A las azafatas se les pidió que siguieran el servicio normal del pasaje. Una de ellas al ver gente de uniforme armada en el avión preguntó que pasaba. Al contestarle que iban a Malvinas asombrada respondió: “ ¡ Que suerte!” En principio Dardo Cabo ( que llevaba una chaqueta “tipo garibaldino”, marrón tierra) con una pistola “Lugar” ( Alejandro Giovenco tenía una cuarenta y cinco) amenazó al Comandante para que obedeciera la orden de cambiar el rumbo por el 1-0-5. Seguramente el piloto pensó que era una broma de mal gusto. Sin embargo, al colocarle nuevamente el arma de fuego en la cabeza comprendió que no era así. Mientras tanto, Carlos Rodríguez y Pedro Cursi se acercaron al gobernador de facto de Tierra del Fuego “e Islas del Atlántico Sur”, contralmirante Guzmán, que se encontraban entre los pasajeros y le dijeron: “Contralmirante, el avión ha sido tomado. Vamos rumbo a Malvinas. El militar pensó primero en una broma, pero luego se levantó e intentó sacar su pistola. Un oportuno golpe, calmó rápidamente a Guzmán. Puerto Stanley carecía de pista de aterrizaje. Aquel día, el radioaficionado Anthony Hardy fue el primero en divulgar una noticia que conmovió a millones de argentinos: un avión Douglas DC-4 había descendido a las 8:42 en la embarrada pista de carreras cuadreras, de 800 metros. Su emisión se captó en Trelew, Punta Arenas y Río Gallegos. Y de esas ciudades se retransmitió a Buenos Aires. Habían transcurrido 133 años desde la última presencia oficial argentina en las Islas Malvinas. Los muchachos descendieron del avión y desplegaron siete banderas argentinas.”
En la quinta edición de la tarde de aquel 28 de septiembre CRÓNICA tituló a ocho columnas: “Secuestran un avión en vuelo y ocupan las islas Malvinas.” Y abajo se lee: “Reeditando la hazaña del gaucho Rivero (…) un puñado de jóvenes argentinos, tras una audaz operación de comando (la denominaron Cóndor) cumplida a bordo de un DC-4 de Aerolíneas Argentinas en viaje a Río Gallegos, hicieron desviar la máquina hacia Puerto Stanley (desde ahora Puerto Rivero), ocuparon la isla, emitieron un comunicado y dieron a conocer una proclama. La noticia causó sensación en todo el ámbito nacional y a nivel mundial. Además de Dardo Cabo, Alejandro Giovenco, y María Cristina Verrier, integraron la operación: Ricardo Ahe, de 20 años de edad, empleado; Norberto Karasiewicz, 20 años, metalúrgico; Andres Castillo, 23 años, bancario, Aldo Omar Ramírez, 18 años, estudiante; Juan Carlos Bovo, 21 años, metalúrgico; Pedro Tursi, 29 años, empleado; Ramón Sánchez, 20 años, obrero; Juan Carlos Rodríguez, 31 años, empleado; Luis Caprara, 20 años, estudiante; Edelmiro Jesús Ramón Navarro, 27 años, empleado; Fernando José Aguirre, 20 años, empleado; Fernando Lisardo, 20 años, empleado; Pedro Bernardini, 28 años, metalúrgico; Edgardo Salcedo, 24 años, estudiante; y Víctor Chazarreta, 32 años, metalúrgico.
Un testigo privilegiado del operativo Cóndor, el periodista Hector Ricardo García, dice que Dardo Cabo conocía tanto el tema que le mencionó a un tal “Pinocho”, de profesión lechero, que vivía en las Malvinas. ¿Quién era este “narigón” llamado “Pinocho”?. ¿Cómo llegó Dardo Cabo a él?. El tal Pinocho se llamaba Albert Clifton, y había estudiado en la Argentina administración de empresas. Como no consiguió trabajo de eso en las islas se convirtió en lechero. La realidad era que María Cristina Verrier había estado en las Malvinas para su trabajo periodístico en ”Panorama” y le transmitió éste y muchos otros datos de lugares y contactos para poder preparar la operación. También por su condición de clase María Cristina Verrier tenía contactos con militares (especialmente de Aeronáutica) que le proveyeron informes sobre el rumbo que debía seguir el avión. Por otra parte, al parecer Dardo Cabo también tenía contactos con militares del sector nacionalista de las Fuerzas Armadas que lo deben haber ayudado. Según uno de los muchachos que participaron en el operativo la plata la facilitó el empresario metalúrgico Cesar Cao Saravia, quien construía con su empresa vagones de ferrocarril. Seguramente Dardo Cabo lo conocía por los vínculos que tanto él como su padre Armando tenían con la UOM. Cao Saravia era un empresario de esos que casi hoy ya no existen. Trabajaba y producía para el país. Debió haber sido un hombre muy querido puesto que hasta sus mismos obreros lo nombraron delegado de la fábrica. Con los fondos aportados por Cao Saravia se adquirió la ropa para la tarea (borceguíes, pantalones y camperas beige de fajina y un único distintivo en el pecho, en un rombo blanco la figura enhiesta de un cóndor, símbolo de la soberanía) y se compraron los pasajes de los componentes del grupo para el vuelo 648 de Aerolíneas Argentinas, supuestamente hacia Río Gallegos. Por supuesto también en el operativo se iban a poner en la bodega del avión las armas necesarias (pistolas-ametralladora Pam y ametralladoras livianas Halcón).
La frutilla del postre fue la invitación que Dardo Cabo le hizo a Hector Ricardo García –dueño de Crónica y Radio Colonia- para que viajara con ellos sin saber el motivo, a cambio de una nota “sensacional” para el diario. Se enarbolaron cinco banderas argentinas. Otras dos ondearían en Malvinas en la parte superior del avión y en un mástil cercano durante 36 horas. Tal como lo recordó en su libro “Cien veces me quisieron matar”, HECTOR RICARDO GARCIA, fue el único periodista en actividad que viajó acompañando al Operativo Cóndor. Dice este medio que la audaz y muy riesgosa acción conmocionó no solo a nuestro gobierno (ese mismo día el dictador Juan Carlos Onganía cumplía tres meses de mandato.
El 1 de Octubre, los argentinos fueron transportados en una lancha carbonera inglesa hasta el barco Bahía Buen Suceso. En ese momento Cabo tomó las siete banderas argentinas, y tal como lo había prometido, en vez de bajar con ellas enarbolándolas (como era la idea) las entregó al almirante Guzmán en una bolsa, diciendo en la oportunidad las siguientes palabras: Señor Gobernador de nuestras Islas Malvinas, le entrego como máxima autoridad aquí de nuestra patria, estas siete banderas. Una de ellas flameó durante 36 horas en estas Islas y bajo su amparo se cantó por primera vez el Himno Nacional. Pasaron casi 48 horas en la capilla de Puerto Stanley. Rompiendo el pacto los británicos realizaron una requisa en el salón parroquial, y los cóndores decidieron que lo único que defenderían serían las banderas argentinas, por lo que Cabo, Giovenco, Rodríguez y Navarro envolvieron su pecho con ellas, bajo sus ropas. Afortunadamente los británicos al ver la decisión de estos cóndores no pretendieron apoderarse de las banderas argentinas. Con el tiempo, Dardo Cabo le obsequió en prueba de su agradecimiento por la financiación del operativo “Cóndor-Malvinas” la única bandera que flameó durante 36 horas en el archipiélago austral a César Cao Saravia, empresario metalúrgico, propietario de la empresa EMEPA con sede en Chascomús.
El señor Cao Saravia contrae matrimonio con Susana Arrechea, persona ésta oriunda de tal ciudad, aunque residente en la Capital Federal y con estrechos lazos de parentesco en LEZAMA. A su muerte Cao Saravia encomendó a su esposa el cuidado y preservación de tal bandera, habida cuenta el valor histórico de la misma, toda vez que en distintos lugares del país, tal el caso del Monumento a la Bandera en Rosario, existe una de este operativo, pero no es la que flameó en las Islas. La viuda de Cao Saravia, se la obsequió el 24 de Diciembre de 2009 al Museo de LEZAMA, en reconocimiento a la autonomía lograda por esta localidad tras 115 años de lucha. Junto con la Bandera la viuda de Cao Saravia entregó un documento suscripto por un Juez de la Nación, certificando que dicha bandera era la original que había flameado durante 36 horas en el año 1.966 en las Islas Malvinas dentro del marco del Operativo Cóndor; como así también una carta de Dardo Cabo dirigida al empresario metalúrgico ya fallecido.
El Taller de Historia de la Cooperativa de Electricidad y otros Servicios de Lezama, se encuentra abocado a conmemorar el bicentenario , con actos programados durante todos los meses del año en nuestra ciudad de Lezama. El principal, por supuesto va a ser para el día 25 de mayo ,en el transcurso del mismo y como tema central, la señora Susana Arrechea de Cao Saravia ( viuda de Cesar Alberto Cao Saravia) hará entrega al Museo local de la mencionada bandera argentina que flameó en la Islas Malvinas en el año 1966. De ese grupo de valientes hay varios que sobreviven y estarán presentes aquí en Lezama en el acto antedicho. Nos hemos conectado telefónicamente con algunos de ellos y están tan o más emocionados que nosotros—dicen autoridades del Taller de Historia–Es que ellos siempre pensaban donde estaría esa bandera que Dardo Cabo le había regalado, en señal de agradecimiento, al Sr. César Cao Saravia. Nunca imaginaron volver a verla . . . Pero, la patria es grande. . . el mundo es chico . . .Y esa bandera, la idolatrada . . . está con nosotros, en Lezama y será izada por estos valientes compatriotas en el mástil de nuestra plaza principal, enfatizan. La viuda de Cao Saravia se halla muy emocionada, por cuanto muchos de los que estarán presentes, fueron empleados o amigos de su extinto esposo.
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Información gentileza de Revista Crecer (Tel.02242-15-494377)
Email: semanariocrecer@gmail.com
Tomado de la página DeLezama, publicación on line, mayo 5 de 2010.-
1 comentario:
Anónimo
dijo...
Este relato era conocido por mi. Habia un sentido de patriotismo que hoy pareceria haberse perdido, no obstante algo queda todavia en algunos ciudadanos. Orgullosos se han de sentir los habitantes de Lezama de hacer flamear alli, una bandera que haya ondeado anteriormente en "nuestras Malvinas" FELICITACIONES!!!
1 comentario:
Este relato era conocido por mi.
Habia un sentido de patriotismo que
hoy pareceria haberse perdido, no obstante algo queda todavia en algunos ciudadanos.
Orgullosos se han de sentir los habitantes de Lezama de hacer flamear alli, una bandera que haya
ondeado anteriormente en "nuestras
Malvinas" FELICITACIONES!!!
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