14 de diciembre de 2010


Información General:
La vida de Eduardo Francisco Pironio, nacido en Nueve de Julio (Buenos Aires) en 1920 y fallecido en Roma en 1998, ha sido sin duda una aventura humana riquísima. Como él mismo contaba, nació en una familia que decir numerosa parece poco: era el hijo más pequeño de veintidós hermanos y hermanas.

Se ordenó sacerdote el 5 de diciembre de 1943, en la Basílica de Ntra. Sra. de Luján y su primer servicio pastoral fue dedicarse a la formación de futuros sacerdotes como profesor de Literatura y Latín y luego de Filosofía y Teología en el Seminario de Mercedes, su diócesis.

En los años 50 aparecen sus primeros escritos en la Revista de Teología del Seminario de La Plata y en la revista Notas de Pastoral Jocista, órgano de la JOC; Juventud Obrera de Acción Católica en la Argentina.

Sigue la guía pastoral del Padre Manuel Moledo, quien será determinante en el profundo amor a la Acción Católica que conservará durante toda su vida y que lo hará expresar en su testamento espiritual: “¡Magníficat! Doy Gracias a Dios por haber podido gastar mis pobres fuerzas y talentos en la entrega a los queridos laicos, cuya amistad y testimonio me han enriquecido espiritualmente. He querido mucho a la Acción Católica”. Ya desde sus primeros años como sacerdote acompaña como asesor eclesiástico numerosos grupos de Acción Católica.

En 1958 su Obispo lo designa Vicario general de su Diócesis de origen, y se desempeña como Profesor de Teología en la recientemente fundada Universidad Católica Argentina.
En 1960 el Card. Caggiano, Arzobispo de Buenos Aires, le solicita que asuma el cargo de Rector del Seminario Metropolitano de Villa Devoto, que acababan de dejar los Jesuitas.
En 1963 es designado Visitador Apostólico de las universidades católicas argentinas y Decano del Instituto de Teología de la UCA. El Papa Juan XXIII lo designa para participar como perito en la segunda sesión del Concilio.

El 31 de mayo de 1964, en la Basílica de Luján es ordenado Obispo con el título de Ceciri y Obispo Auxiliar de la Plata. Se dedica al servicio pastoral de la arquidiócesis y se aboca con especial cariño y dedicación a los laicos de Acción Católica, a quienes les transmite su amor incondicional a la Iglesia y el llamado a la santidad en las comunes condiciones de su vida laical. Asume como Asesor general de la Acción Católica Argentina.
A fines de 1967 Pablo VI lo designa Administrador Apostólico de la Diócesis de Avellaneda y la XI Reunión Anual del CELAM lo elige Secretario general del CELAM. Poco después el Papa lo designa como Secretario General de la II Conferencia Latinoamericana encargada de traducir el Concilio Ecuménico Vaticano II al contexto de América Latina, que se celebraría al año siguiente en Medellín. En 1970 es reelegido como Secretario General

El 27 de abril de 1972 es designado Obispo residencial de la diócesis de Mar del Plata y en noviembre de ese mismo año es designado Presidente del CELAM.
Predica los Ejercicios Espirituales a SS Pablo VI en Cuaresma de 1974 y en septiembre de 1975 Pablo VI lo nombra como Pro Prefecto de la Sagrada Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares, lo que lo obliga a trasladarse a Roma. En mayo de 1976 Pablo VI lo eleva a la dignidad de Cardenal y lo designa Prefecto de la Sagrada Congregación, cargo en el que es confirmado por Juan Pablo II.
En 1983, Juan Pablo II lo designa Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos desde donde fue el principal organizador de las Jornadas Mundiales de la Juventud y también de los Foros Mundiales el primero de los cuales se gestó en Buenos Aires. Fue el impulsor de la creación del Foro Internacional de Acción Católica: FIAC.

El Santo Padre aceptó su renuncia luego de haber cumplido los 75 años, después de lo cual siguió colaborando en ocho congregaciones de la Santa Sede y participó en las primeras sesiones del Sínodo de América.
Fallece el 5 de febrero de 1998, después de catorce años de enfermedad. Poco antes había escrito.” Vamos hacia la casa del Padre. La alegría de morir consiste en saber que volvemos a la casa del Padre, llevados por la mano de Jesús”.

Sus restos descansan en el Santuario de Santa María de Luján.

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