A la derecha del entonces presidente Alfonsín. Con su eterna sonrisa.
Se fue hace dos días, con apenas 41 años, a encontrarse con aquellos amados y admirados que marcaron su vida.
Para los creyentes está en el cielo, velando por las instituciones a las que sirvió hasta el último día.
Para los hombres de buena voluntad es un recordatorio permanente del ejercicio de las virtudes cívicas que desde su adolescencia le marcaron el día a día.
Como todo hombre de bien no fue totalmente comprendido, pero nadie puede negar la huella imborrable que dejó en su patria chica y en partido radical en el cual militó.
Peleó con la enfermedad con una claridad mental sorprendente, porque quería vivir para cumplir los proyectos de una comunidad organizada y participativa. Y lo logró. Va a seguir vivo en la memoria del corazón chascomunense.
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