Ni adoctrinamiento ni censura
El
peligro de las dos tenazas
Los
acontecimientos de los últimos días hacen
que veamos con preocupación los comportamientos, no exentos de
extremismo, que el gobierno nacional y el de
la Ciudad de Buenos Aires manifiestan a la hora de
relacionarse con los alumnos de las
escuelas públicas.
Luego
de una semana intensa de debate en base a la formación ciudadana que se está
dando en nuestras escuelas, el Jefe de
Gobierno de la ciudad, censuró la
lectura de la obra de Héctor Oesterheld
y Solano López.
Con el
fundamento de que los futuros ciudadanos no deben tener ideología ni hacer
política, se sostiene la posición en la que, tanto los “talleres políticos”, la
participación ciudadana, la intromisión del Estado y los partidos políticos en la
sociedad civil, es mala. Expresa la idea de los más poderosos, quienes se
benefician con la falta formación política y la consecuente participación social,
evitando así la existencia de un ciudadano fuerte que imponga condiciones de
igualdad, solidaridad y libertad.
Por un
lado, Macri apuntando contra el Eternauta y prohibiendo la posibilidad de que
los alumnos elijan libremente sus libros de lectura, y por el otro, la
utilización del Estado como herramienta de política partidaria, con la
intención de producir adoctrinamiento que sirva de reproducción de la única
verdad en el relato histórico. Ambos con rezagos autoritarios.
Al
respecto, recordemos que los fines y objetivos de la política educativa
nacional están fijados en el Artículo 11 de la Ley de Educación, donde el inciso c) remarca:
“Brindar una formación ciudadana comprometida con los valores éticos y democráticos
de participación, libertad, solidaridad, resolución pacífica de conflictos,
respeto a los derechos humanos, responsabilidad, honestidad…”. Lo establecido
en la norma se convierte en una política de Estado, que va más allá de la
coyuntura de un gobierno determinado, y esa política establece que
los alumnos y futuros ciudadanos cuenten con formación ciudadana sobre la base de
esas ideas y valores.
No
terminemos presos o “apretados” por las tenazas de las posiciones extremas, en
la cual uno recurre al Estado como instrumento de acción política partidaria,
expresando una única verdad, y por el otro, la imposibilidad de contar con
ideología ni política (ni libertad de elegir).
Por el
contrario, hay que propiciar en los
alumnos un pensamiento crítico y reflexivo, sobre la base de pluralidad de
ideas y de libertades de elección efectivas. Hay que fomentar la construcción de una democracia plena, la
cual no existe sin partidos políticos que incentiven a la participación
ciudadana para alcanzar el bienestar común en una sociedad más justa. Como nos
recuerda M. Foucault, la esencia de nuestra vida consiste en el funcionamiento
político de la sociedad en que nos encontramos.
Lic.
Osvaldo J. Casalins
D.N.I.
25.041.709
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