1 de octubre de 2009

NÉLIDA IGLESIAS: Solidaridad sobre ruedas


por Lis Anselmi Periodista / Escritora / Traductoralisanselmi@yahoo.com.ar
[Fotogalería]
Movimiento Solidario sobre ruedas Fotografía: Las fotografías del motoencuentro del Chaco son gentileza de Ángel y Oscar bruno, de Producciones El Sol, de Chascomús.
(Reportaje tomado de San Pablo On Line del jueves 1 de octubre de 2009)

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Nélida Iglesias, de 80 años, se define a sí misma como motoviajera. No falta a los encuentros que realiza el Movimiento Solidario sobre Ruedas, un grupo de amigos moteros, de distintas agrupaciones y ciudades, que se reúnen con tres fines: Ayudar a quienes más lo necesitan, hacer amigos y viajar. Nélida es decoradora ya jubilada, toca el órgano, escribe sus andanzas, en general en tono jocoso, y las publica en revistas de motos.

Nélida, ¿cómo empezaste con las motos?
Soy la primera mujer, en la Argentina, que, a los 16 años, sacó registro profesional. Manejaba los camiones cuando mi papá tenía fábrica de soda. No había ropa para mujeres en esa época, sólo vestidos. Yo me compré un jardinerito de Copa y Chego, le cosí la bragueta y me subí al camión. Después, cuando me casé, ya entré un poco en la tranquilidad, tuve a mi hija, pero siempre fui muy deportista, hice regata, cabalgata, patinaje, de todo. Al fallecer mi esposo, en 1985, se produjo un gran vacío y un gran vuelco en mi vida. La soledad es muy mala consejera, entonces, yo tenía una moto chiquita para hacer las diligencias por el barrio, en ese entonces, vivía en Palermo Hollywood, y necesitaba hacer algo, salir, no quedarme en los recuerdos. Vos tenés que dedicarte a algo, porque, si te quejás y te quejás, la gente se aleja… yo tengo mis problemas, tomo mis remedios… pero tengo buen humor. Si uno anda sólo con tristezas, la gente se va.
Con el asunto de la motito, yo iba a los talleres mecánicos y veía afiches de encuentros, salidas, todo muy familiar. Luego, me hicieron una operación de cadera, no por la moto, sino por la edad; por la moto, tengo una placa en el tobillo con ocho tornillos, parezco la mujer biónica. En el 95, ya andaba en pequeñas escapadas, nada muy organizado. Una vez operada, cambié de moto, una más baja, más liviana, pesa unos 200 kg.
Y empezaste con los motoencuentros...
Sí, encontré mucha buena voluntad, mucho cariño, fui muy bien aceptada. Con los motoencuentros, recorremos todo el país, a veces, hasta países aledaños, yo he llegado a Brasil, Uruguay, Paraguay… y siempre rodando, no como dicen algunos, que subo la moto a una camioneta y la bajo 10 km antes de llegar, no, yo voy rodando todo el camino.
Somos una pequeña tribu muy especial, en cada salida, nos reencontramos. Gracias a los motoencuentros, ingresamos en lugares que, de otra manera, no conoceríamos, porque no ofrecen atractivo turístico.
Algunos piensan que alguien con una moto es un motochorro, nos ponen a todos en la misma bolsa, pero no es así. Hay motochorros claro, pero también hay otros de guante blanco que conducen grandes coches… Es que alguna gente tiene una imagen negativa de nosotros, sobre todo antes, porque estaban esas películas violentas donde las pandillas de motos arremetían rompiendo todo. Nosotros somos todo lo contrario, somos una familia, una hermandad. Dejamos un montón de amigos adonde vamos.
Estamos organizando una movida por el Padre Daniel a quien conocí en una parroquia en la Tablada, que ahora está en otro lado; vamos a un hospital, llevamos ropa, juguetes para los chicos…
¿Todas las salidas que hacen tienen un fin solidario?
El noventa por ciento sí.
¿Cómo reúnen las cosas que donan?
Se mandan mails, se pegan afiches, hay revistas… Yo me siento muy reconfortada, porque no soy ni Susana Jiménez ni Teresa de Calcuta, pero la gente me reconoce, me abraza, me reciben los intendentes, a esta edad, para mí todo eso es una satisfacción. Mi vida es plena, con las motos, tengo amigos, siempre tengo invitaciones. Y voy a seguir andando, como dice el refrán, hasta que las velas no ardan más.
En ocasiones, me cuesta, hace frío… pero, si di mi palabra de ir, voy. He salido con temperaturas muy bajas, en Tres Arroyos… veía las sierras nevadas… Además, se hace mucha obra de bien para las escuelas, asilos, y eso, a veces, no se divulga.
¿Cómo eligen los lugares adonde van?
Lo hacen las agrupaciones de cada ciudad. Nos conocen y nos piden. Yo tengo un eslogan es como todo en la vida: se reúnen 15, trabajan 5, 10 critican, y después terminan todos peleados. Es broma, hay encuentros muy bien armados, porque exige mucho trabajo planear todo; después llueve, y, en vez de ir 1000 motos, van 200, pero a muchos nos les importa el tiempo, se ponen un traje de agua y salen.
Hace poco, fueron a Chaco, llevaron camiones con donaciones, ¿no?
Sí, primero fuimos a Santiago del Estero, con un camión y 500 motos, ahora ya está más organizado, hay que pedir a las grandes industrias… Para Chaco, se juntaron 14 camiones y 10 camionetas.
¿Qué llevaban?
La gente lo primero que te regala es ropa, pero, en el Chaco y Santiago, por ejemplo, con un promedio de 40 grados de temperatura, la ropa no es tan necesaria, lo que se necesita son alimentos, agua, elementos sanitarios, material de construcción, pintura, chapas, todo eso. En el Chaco, noté muchas cosas que no podemos arreglar… mucha falta de educación sexual, chicas de 16, 17 años, que ya tienen 7 hijos, y están embarazadas otra vez… La vida útil de una mujer allí es de 50 años. Me llevaron a ver a la persona más anciana, toda arrugada, postrada, cuando pregunté su edad me dijeron que tiene 60, yo tengo 80, no lo podía creer… es que están desgastadas… La gente es muy sumisa, no levanta la vista… casi ni te contesta, no tiene agua, hace pozos, y sale el agua salada… Uno ve la tierra, que trabajándola podría ser fértil, pero falta el agua. Son pueblos muy alejados… hay mucha distancia…
¿Cómo definirías hoy tu vida?
Mi vida es muy tranquila, sencilla, soy simple, y tengo muchos amigos, eso es lo principal. A los encuentros concurre gente de toda clase social, gente que, de otra forma, no se conocería, ahí somos todos iguales. No hay peleas. Es un ambiente muy lindo. Visitamos pueblos, es todo muy solidario, muy gratificante. Se puede hacer muchas cosas…
* Las fotografías del motoencuentro del Chaco son gentileza de Ángel y Oscar bruno, de Producciones El Sol, de Chascomús.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se que le pongo garra a la vida y Dios sabe que no claudico ante dolor y adversidad, pero este ejemplo de la abuela Nelly, no es lo comun, ni facil de imitar.
Como siempre Lis con sus reportajes como con todo lo que hace, diria que es unica.

ETELVINA