8 de enero de 2011

LEIMOS Y COMPARTIMOS


POETAS DE PROVINCIA, AUN TENEMOS VERSOS EN EL ALMA.

Por Gabriel Reyes*
(Breve apunte son el poeta y su verso)

CHILE-Puerto Montt: '...La verdad es que me fui a mi oficina, prendí las luces, la computadora e inicié todos los rituales de cada día, descolgué el teléfono y me dediqué a escribir este pequeño ensayo, que llevaba varios días mordiéndome los intestinos como un perro hambriento.



Existe una suerte de disociación entre el centralismo capitalino y la poesía de provincia, tal vez por su temática excesivamente regionalista, o la ausencia de los grandes temas en su entorno, si consideramos sólo la contingencia política como los 'grandes temas', pero es evidente que la poesía de regiones vive el mismo ritmo de contradicciones internas, bulle en la misma olla de pasiones y preocupaciones, y late con un sano y robusto compás en el corazón de los provincianos, que sin embargo se sienten en el limbo del planeta cultural, y escasamente nombrados en la capital y sus medios.

¿Será que la tan anhelada búsqueda de la originalidad sea patrimonio exclusivo de las capitales, o que en ellas la creatividad se abone mejor producto de una química diferente surgida de las mejores mutaciones que incorpora a diario el smog, el ruido y el estrés?

Si bien es cierto que las mayores oportunidades se encuentran en las capitales, por su mayor concentración de personas y medios de comunicación masiva [MIM], la poesía sigue fluyendo incesante con su río de palabras, no se detiene en ellas, atraviesa de norte a sur y de cordillera a mar nuestra incontrolada geografía, y en este último tiempo se encarama por la cresta cibernética de la red y atraviesa fronteras de un solo clic, inhibiéndolas y reclamando para los poetas la 'patria universal'.

En ese viaje, el poeta intenta, busca, manotea, se retrotrae hasta sus orígenes, tienta a sus musas con el balbuceo primario de la inspiración, desde la caverna, cuando estampó sus manos en una suerte de poema rupestre dejando el troquel inconfundible de su paso de artista luminoso en los comienzos de los registros humanos, o en su necesidad imperiosa de contar los acontecimientos, hazañas, batallas, triunfos y derrotas en una épica que hoy nos resulta casi ingenua, candorosa en el afán recreativo que los juglares le asignaban a su trabajo.

Más tarde, y en pleno desarrollo de las artes su poesía emerge con fuerza, pero tachonada de reglas, normas y vericuetos estilísticos relacionados principalmente con su estructura formal, aprisionándola como a una frágil señorita con corsé y fajas reductoras con tal de fomentar su delicadeza y apariencia.

No será sino hasta la época contemporánea donde nuestra poesía se libera de sus ataduras, par estallar como un volcán y quemar con su fuego desatado de pasiones contenidas.

El verso libre se yergue como un faro en la neblina, para establecer con la mirada los enormes dominios de su reinado, en una democracia literaria vasta y profunda. Sin embargo, como toda democracia ganada en el ejercicio de la libertad más pura, no estará exenta de las irresponsabilidades, inclusive de la decadencia o el mal camino asumido por el panfleto y el pasquín ordinario.

No pretendo excluir temas ni pociones de ninguna especie, grandes exponentes de poesía contestataria, política, han llenado de orgullo a generaciones, el caso más emblemático es nuestro gran Pablo Neruda, autor de una gran poesía política. Es decir, si no se abandona el hecho de construir poesía que jamás deseche la atemporalidad y la universalidad seguirá existiendo poema social de valores perennes. Francia, Nicaragua, Etc. tienen grandes exponentes en este género también.


SER [O NO SER]

Una apreciación del poeta chileno Luis Seguel Vorpahl se establece, [se puede estar o no de acuerdo] que hoy en día ser poeta es casi una desgracia, de las que hay que tratar por todos los medios de que un hijo nuestro no se incline por estos caminos, so pena de ser un muerto de hambre. Es así como después de algunas cuantas reflexiones de rigor, muchos sucumben a la presión de la sociedad que exige preocuparse de '...cosas más importantes y no perder el tiempo en actividades improductivas...'

Es probable que Luis se encontrara en un estado personal de crisis interna, en un 'bajoneo', que de tanto en tanto se manifiesta en todos nosotros, pero no es menos cierto que en un mundo cada vez más competitivo y mercantilizado, las expresiones culturales resultan casi un 'acto de constricción' de una sociedad que siente que no puede asfixiar del todo la actividad creativa, que debe otorgar una válvula de escape controlado a la presión subterránea que ejercen centenares [ o tal vez miles] de creadores cansados de navegar en la tierra oscura, como lombrices ciegas, bajo el mundanal y apresurado ruido del progreso, en cuyo nombre se ha utilizado a todos los medios disponibles para las actividades más diversas, mientras éstas otorguen dinero.

Tristeza enorme de comprobar la precariedad, la pobreza y la decadencia de los MIM [Medios de Información Masiva].

La otrora radiotelefonía se ha convertido en un bufón de insospechadas consecuencias, la chabacanería, las grosería a diestra y siniestra, la irresponsabilidad en los comentarios de pseudo animadores, que muchas veces no tienen nada que ver con el mundo de las comunicaciones, brindan el único espectáculo posible: el culto a la desfachatez con que el mundo empresarial cosecha sus ganancias sembrando en nuestra juventud la seguidilla de valores trastocados, retorcidos y menoscabados al punto de que ellos, los jóvenes, consideran normal y un derecho, escuchar todo tipo de inmundicias envasadas y criollas, con un margen ínfimo en la capacidad de cuestionamiento posible.

Capítulo aparte merece la televisión, ese moderno deseducador convertido en semidiós, que haciendo gala de la alta tecnología deja pasmada a cuanta mirada se le cruce por su fatal ángulo de exhibición. Acá la grosería a destajo se encuentra más 'regulada' [por un consejo sensor que es todo un tema aparte -pero de todas formas- gracias a Dios, le debiera quedar muy poca vida], pero que en compensación de ello, la magia de los realces producidos por la imagen, por los efectos especiales, y por el agudo 'ojo publicitario', que no dudó de usar sutiles técnicas de publicidad subliminal bombardeando las mentes indefensas , sobre todo la de los más jóvenes, ha marcado una huella profunda, generando marcas indelebles en una sociedad indefensa, que contempla boqueando como un pez la telenovela de moda y la publicidad engañosa.

Pero convengamos en lo siguiente, grandes empresas con enormes equipos de producción, ingenieros, técnicos y todos los profesionales universitarios que necesiten ¿acaso son ajenos a estos conceptos? No, lo más grave es que dicha producción no se diferencia en nada a la de las tabacaleras, es absolutamente intencional. Eso vende.

La prensa escrita, salvo honrosas excepciones, no ajena a los vaivenes políticos y económicos, a los ajustes del mercado Etc., ha cedido sus portadas a la crónica roja, a la espectacularidad y a la no menos despreciable prensa amarilla, que en su mediocridad realza hasta márgenes imposibles la frivolidad del show como si la ciudad se tratara de un moderno circo romano donde hay que darle al común de los mortales la dosis necesaria de crimen y espectáculo, como para mantenerlo en un estado de idiotez permanente.

Bajo este contexto resulta lastimoso pensar en dedicarse a escribir poesía, teniendo presente el hecho de que a dicho género se le ha relegado a la indigna calidad de pariente pobre de la literatura.

“La poesía no vende” reza en casi todas las editoriales como el único adagio que se queda en la memoria del poeta que se atreva a llegar hasta el umbral del editor.

Esa ha sido la tónica durante ya muchos años. Claro que el poeta se las ingenia. No fue raro encontrarse en Chile con toda una generación de autoeditados, fenómeno que todavía sigue muy vigente.

¿Pero, entonces, qué impulsa al poeta a nadar en contra de la corriente, y a insistir en el tortícolis eterno de volver la cara hacia un género cargado de sinsabores?

'...
Si fuera poeta
tu nombre se declamaría
en intensas noches de tertulia y recitales.

Si fuera poeta
te inventaría ese trino de cristal
que huele a sol por la mañanas.

Si fuera poeta, entonces,
te desnudaría, sigiloso,
para bañarte de luz con mi beso tibio.

Si fuera poeta, galardonado,
pletórico de urgencias
y con suficientes poemas en el cielo
te cautivaría
con aquel susurro tenue por la noches,
para horadar el mágico silencio
de tu voz adormecida.

Aunque si fuera poeta,
extrovertido y sublime,
miraría más la hoja que tu rostro,
estallaría encandilado
como un relámpago de fuego
con su catarata de letras,
rasguñaría tu cuerpo
con mi pluma intermitente.

Pero si fuera poeta, de seguro,
me tentaría,
cual inexperta quinceañera
resbalaría
en el sutil ejercicio de la verdad más pura,
para sembrar el húmedo fulgor de la palabra.

...Pero si fuera poeta,
sobre todo,
con qué facilidad me enrolarían,
me etiquetarían
como si fuera el producto de algún hipermercado,
cubierto de rótulos me perdería,
ido del camino, me tumbaría,
me excitaría más con las aristas de la crítica
que con mi propia poesía.'

Ser[o no ser]
Gabriel Reyes, fragmento.

A pesar de las dudas, queda claro que el dicho de 'que no se puede ser poeta con tanta dificultad' es sólo para el bronce y por cierto para pusilánimes. El poeta, [capitalino o provinciano] está hecho de algo más duro que el bronce, posee las herramientas que el mismo ha forjado, y que ha endurecido a través del oficio, a través de una interminable búsqueda de sí mismo, en un proceso que empieza y que generalmente no termina jamás.

Serán sus cuestionamientos constantes a su propia existencia, a su mundo interno, a la subjetividad subyacente que codifica en lo más profundo de su ser ante el estímulo del mundo su mundo y el externo, el que decodificará luego en sus versos. Es probable que por eso cueste a veces entender un determinado trabajo en un determinado poema, porque cada cual ha creado sus propios códigos y expresiones de un lenguaje que va más allá de la sintaxis y la morfología.

El poema guarda la relación del poeta con su necesidad de expresión, de creación, pero sólo luego de haber engullido los nutrientes suficientes, que estimulará su necesidad imperiosa de transformar la hoja en blanco en su campo de mil batallas, allí enfrenta además a todo el público que conoce, a todos los depositarios finales de su mensaje, allí se encandila con la luz de sus propios reflectores [o velas], con los gritos de su propio silencio. Sus veinte mil chácharas internas, como lo reconoce Eduardo Llanos [Contra diccionario], correrá su propia olimpiada, recorrerá sus propias urgencias, torcerá y retorcerá los destinos, edificará y destruirá de un soplido, dará vida y la quitará de ser necesario, en un acto muy cercano al poder y a la voluntad de Dios. ¿Será ése el encanto
finalmente?

Pudiera defenderse el poeta argumentando que iguales facultades la tienen otras disciplinas como el drama, el cuento o la novela:
-Fíjese Ud. a cuántos dio muerte el novelista aquel, tan sólo en el primer capítulo de su última obra, que por lo demás a matado a más en una sola, que yo en toda mi poesía-

A lo mejor el encanto, entonces, no radica en el poder omnipotente de hacer y deshacer con sus personajes.

Podremos encontrar y a lo mejor hasta con facilidad, un poeta burro, pero nunca un burro poeta, graficando en cierta forma el hecho de que el poeta se siente llamado a encontrarse consigo mismo más allá de mirarse en el espejo, y a comprender que es capaz de comprender su verdadero estado humano y que esa conciencia es mucho más tangible cuando descubre que lo sabe. para convertirse en una experiencia de vida y sensibilidad única, real, racional e irrepetible.

'...hoy supe que estaba tan dentro
de la tierra, del silencio,
de la flecha y su veneno
que hasta podría ser tuyo para siempre.'


Con tamaña fragilidad arma sus corazas, encájase en su armadura y lanza en ristre arremete como un Quijote contra cuanto molino se le cruce, convencido de que será capaz de elevar su canto, para que atraviese corazones y continentes con el urgente filo de su palabra.

En esa carrera inunda y deslumbra, ríe y llora, susurra, murmura, vocifera, se engalana, muerde, patea u putea sus desencantos, mientras absorbe el proceso de cómo pudo llegar a convertirse en un puro corazón enamorado y doliente.

Un amor que ya no es sólo el loco amor, que tanta belleza seguirá arrimando a sus versos y enamorando a un sinnúmero de románticos por el mundo: 'Te doy Claudia, estos versos, porque tú eres su dueña./ Los he escrito sencillos para que tú los entiendas./ Son para ti solamente, pero si a ti no te interesan,/ un día se divulgarán, tal vez por toda Hispanoamérica'.

Ernesto Cardenal escribió la ternura de estos versos en su juventud y cuando la Internet era impensada; hoy no necesitamos de desintereses ni venganzas para divulgar los versos no sólo por Hispanoamérica, sino por todo el orbe.

A la par de estos amores, que sin duda valen en su expresión más dulce y cristalina del encantamiento romántico de un hombre, un hablante, o de un[a] poeta[tisa] un amor alternativo se le apega para siempre, mientras más comprende la natural hermosura de cómo su ser entero se alimenta de la creación o de la evolución plasmada antes sus ojos, literalmente succionada en el proceso de la comprensión a través de una estructura neuronal y sensorial que lo obligarán a nacer a un nuevo proceso cognitivo del entorno.

No es raro encontrarse entonces con una obra cósmica, universal, galáctica.

El poeta intenta, ensaya la comprensión del infinito, reinterpreta el esplendor de saberse vivo más allá de su muerte física, en donde sus palabras le prolongarán la existencia que ama intensamente. [El poeta es puro amor].

¿Pero para quién? pareciera ser la interrogante.

Tanta vitalidad no tendría sentido sin un sentido, sin un norte. No podemos ser una veleta pivotante al compás de los vientos, de las tórridas e insensatas pasiones o de las gélidas y antojadizas vicisitudes del azahar, ni siquiera de la caprichosa inspiración, con su consabido arte del disfraz.

En un momento determinado de su toma de conciencia logrará darse cuenta que él es capaz de observar, comprender y evaluar su propio nivel de comprensión, forzando, corrigiendo, y anticipando situaciones que lo llevarán a ser más sabio y más loco, que su verso lleno de sabiduría será también extremadamente enajenado, porque este mundo necesita de la cordura y la locura de los creadores, porque no basta con dibujar la realidad como quien toma una fotografía, sino que además necesita el sello personal de su creador.

En es te contexto, el poeta como los demás escritores, se transforma en alfarero, en un artesano del lenguaje, reinventando a cada instante las formas de expresión, de manera que nunca será su creación una lavadora automática de donde lava y deslava cada vez que asoma el verso, dicho verso será más un nacimiento, un parto, un alumbramiento, que una serie de fonemas estampados de una fábrica en serie. Dejemos al poeta en su regocijo lingüístico, generalmente inexplicable, '...allí/ como un arqueólogo pasmado ante su hallazgo/.' [E. Llanos, Contradiccionario]

En este oficio del invento podrá, a veces, recibir los embates de los más conservadores, incluso de sus pares, cuando intente saltar por sobre las barreras del idioma, como si éste fuera una rígida combinación de normas determinadas condenadas al purismo por los siglos de los siglos.

Cada poeta defenderá sus expresiones más preciadas, como un tesoro vivo. Los regionalismos no debieran ser excluidos, ni debieran ser sinónimos de ofensas al lenguaje. Al contrario, un poeta nortino observa y siente de manera diferente la limpieza de su cielo, que el chilote, observante de un cielo repleto de nubarrones amenazantes. Respetemos su regionalismo parlante y su verso como el ecologista respeta el diáfano soliloquio de la diversidad de su ambiente.

Cuando es capaz de darse cuenta que él también observa a otro y un tercero que es observador de ambos, el poeta sabe que su obra, estará, como lo dijera Sartre, 'condenada a ser libre.'

Varias razones lo llevarán a esta corriente de pensamiento, la principal tal vez le susurre a su yo interior que la conciencia del poeta no es más que la interacción de la conciencia de muchos seres humanos comprometidos con su entorno y que su hablante actúa como un lente catalizador de toda esa fuerza contenida, para derramarla jubiloso en todas las direcciones y escenarios posibles.

Nada escapará a la agudeza de su canto, su licencia es infinita, mucho mayor que la del científico, el que deberá ajustarse al rigor del método y a los resultados empíricos. El poeta buceará por todos los espacios, navegará en todas las aguas, hasta en las cloacas si lo juzga necesario, con tal de rescatar al menos una sílaba, se impregnará de la belleza, se encandilará de la simple caricia, del cálido murmullo de la flor en primavera.

Le cantará a la vida, hará el amor hasta el paroxismo, desafiará a los sensores, a las púdicas, moralistas y beatas señoras, se enredará en el claroscuro de la bohemia, anclará su barco en las profundidades extremas de un vino tinto con sopaipillas en una noche de invierno, acurrucará sus temores en la punta de la lengua hasta parir el canto como un alarido en el silencio.

Como un discípulo, amará a su prójimo, se desvestirá con tal de arropar a su amigo, aunque ambos tiriten luego el mismo frío, porque no dejará pasar inadvertido el atropello, la ignominia o la injusticia.

como un héroe de historieta irrumpirá en el fragor mismo de la batalla, en ese intento luchará por el más débil, rescatando y limpiando las heridas, llorará y maldecirá en el mismo lenguaje que el vapuleado.

En medio de los dolores humanos, se levantará mil veces, para reclamar libertad, acomodará, pulirá, tensará cada sílaba, cada letra, hasta los acentos y las comas servirán si ellas detienen previenen un ataque, una arremetida, una tala de árboles nativos.

'...Los cedros
No querían subir a los camiones
Hubo que abrirles el alma
Y las motosierras blandieron al aire
Sus estertores de muerte
Desde el corazón de estos árboles
Se escapó el último hálito de mi abuelo.

Al Oriente viaja el alma
De don José Bohle Werner
En un barco de astillas.

Debes retornar a casa, abuelo.
Puedes quedarte
Para habitar el cerezo de la huerta
O el manzano donde hay un enjambre.

Todavía no son negocio
los árboles frutales.'

Marlene Bohle
Pasajero [fragmento]


La calidez de Marlene Bohle, poeta de Puerto Montt, nos habla mucho más allá del dolor, de la impotencia, de la barbarie destructiva en que habita, ella dispara su legítima denuncia en un acto sublime de amor, entrega y compromiso con su entorno, con los demás.


Entonces, no será raro, comilla y coma contra un piquete de soldados, contra los grupos de choque o las fuerzas especiales, lo que pudiera ser la insignificancia misma. Sin embargo este pequeño acento irrumpirá como un paradigma y se quedará en el corazón del hermano adolorido, en la boca multiplicadora de los caídos.

En ese contexto, la trilogía del amo, del vasallo y del poeta observará una nueva dimensión: Todos sabrán que la fragilidad de su verso ya no es tal, que de su puño nacen versos que también pueden disparar como un fusil. [Y no vamos a caer en la bajeza de tomarnos las palabras sólo en su sentido literal, ya está bueno que le perdamos el miedo a las formas de expresión decididamente abiertas; los tiempos de la censura y el pos-tiempo de la autocensura deben una etapa superada].

Lo expreso porque todavía siento cómo se persignan y cómo se apretan hasta quedar engarrotados[as] frente a una terminología que no pasa de ser vehemente, una manera de inyectar una profundidad sicológica que la tornará más tangible y más real. No me imagino, por ejemplo, a Víctor Jara o a la Violeta -cantores con mucho de poeta- poniéndole una bomba a nadie].

Pero, a pesar de ello, de cuando en cuando los estados fácticos castigan la osadía del poeta, de ser posibles hasta el silencio definitivo, incapaces de combatir la unión de tantos y tantos cantos, la poesía viva de los más adoloridos.


TREN AL SUR.


Como sureño, estimo hay mucho por hacer, la poesía debe llegar a todos los rincones, el poeta no puede encerrarse a crear para la crítica y los concursos, abandonar a los colegios, hay que visitar a los jóvenes, parir con ellos un verso en medio de tanta energía, invitar a los adultos, debatir la contingencia bajo la lupa del arte, a decirnos pa tu abuela bajo un clima de respeto, y recuperar la tolerancia al amparo del poema. Estimo que los sureños no nos sentimos disminuidos frente a la capacidad de asombro o de creación de los capitalinos, y a pesar de las vitrinas, creo que me quedaré por estos lados atrapado en mis pasiones de soñador incorregible, a veces entrampado en los pecados del silencio, otras en el estado potencial que antecede al estallido.

Es posible, pero nunca he sabido de un poeta que se retire, que se jubile o que abandone su oficio. Lo lleva como un compañero eterno, como un sacerdote, que como tal, pecados incluidos, nunca dejará de serlo.

En esta búsqueda interminable, también yo, desde la humildad de mi verso, he decidido encontrarme a costa de todo, inclusive a costa de mi mismo.

Otros con menos fortuna, lo harán también a costa de su familia, y hasta de su patria, la que muchas veces ampliarán convirtiéndose en ciudadanos del mundo, en un viaje además físico, desde donde, como la muerte, tampoco regresarán. Serán patrimonio de la humanidad, pero aquello no los exime de los dolores propios del éxodo, de su extrema sensibilidad, de su propia visión del mundo y en un conocimiento de centenares de culturas que atravesará, impactará y remecerá sus sentidos en un feedback interminable.

En ese terreno se encuentran muchos de nuestros valores, vagando por el mundo, con su acervo de vivencias y pasiones, porque las oportunidades en nuestra patria fueron esquivas o mezquinas.

Con un solo F-16 menos, los aportes al mundo de la cultura podrían incrementarse quizá muchísimas veces más que los actuales. Porque, imposible negarlo, el Estado está haciendo sus esfuerzos, pero éstos no reflejan una dimensión siquiera aproximada a las necesidades mínimas de un país que ha obtenido fama y orgullo por obra de sus creadores, no sólo por sus poetas, sino también por la variada gama de actividades en el mundo de la cultura.

Cómo es posible que nuestro patrimonio cultural siga navegando la diáspora por el mundo, sin que nuestros hijos y nosotros mismos no tengamos idea casi de sus existencias.

Cómo es posible que el único Gabrielli que conozcamos sea uno que se hizo famoso por allá por Cerro Moreno, mientras Rolando esté por Centroamérica llenando de satisfacción y premios a nuestras letras con sus escritos, su poesía, sus crónicas y sobre todo sus ensayos:

'La poesía no tiene escuelas, engendra sus propios dolores, miserias, muertes y resurrecciones de una misma madera, la palabra. La poesía está viva y coleando. Por la boca sale el poema y muere el poeta. Pez de una misma agua, turbia, transparente, borrascosa, la palabra y el poeta.'

Acá en el sur del mundo existen valores de indiscutible vigencia, que navegan incluso sin que ellos lo sepan, por todo el orbe; los ojos del mundo miran con interés la poesía chilena, y no es raro encontrarse que ediciones completas salgan físicamente del país prácticamente en su totalidad, para contarle al planeta de la pasión y el desenfado que humildes creadores, a fuerza de sacrificio, repiquetean la hoja como un obrero al clavo y que esperan todos los días el encanto de la poesía como un valor auténtico por el cual vale la pena trabajar, sufrir, desgastarse, difundir, e invertir múltiples recursos, incluyendo la tecnología, porque no todo en este mundo puede ser sólo mercado en donde pareciera ser que impera una ley única, imperativa e inapelable: trepar.

Pero tampoco todos los esfuerzos deben ser del Estado, los escritores de provincia, que han demostrado una prolífica fecundidad literaria, deben organizarse en pos de proyectos propios. No basta que se integren en agrupaciones de prestigio y se sienten a esperar que el gobierno de turno inicie la próxima actividad cultural.

Este trabajo no ha pretendido, en absoluto, ser un comentario de Rostros de la Palabra, libro de poesía editado recientemente, sólo toca tangencialmente algunos aspectos que me parecieron interesantes, pero sin lugar a dudas es una recopilación de algunos de los poetas más representativos de Puerto Montt, y que presenta un aporte a la cultura en un ejemplo digno de destacarse, a pulso, con un enorme corazón.

Bien por Jorge Loncón, de quien ya tenía referencias como trabajador de la cultura, por dedicarse a la dura tarea de recopilar una parte importante del patrimonio cultural de Puerto Montt.

Bien por Ediciones Polígono.

'Los poetas del sur
seguirán debajo de la lluvia,
pero no debajo de la poesía, sino en medio de ella.'


GABRIEL REYES,
jcg@surnet.cl
PUERTO MONTT,
CHILE.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este comentario surge de mi sentir.
Para hacer poesia no interesa si
eres de provincia, campo, o ciudad,
lo importante es no dejar de escri-
bir o plasmar en el papel, lo que
surge cuando se siente el soplo de la inspiracion, o bien cuando las musas encienden el fuego en nues-
tras entranias o en el corazon.
Simplemente dejarse llevar con ese don maravilloso, el que sin duda
creas o no en El, es regalo de Dios, como lo hace aqui el autor!

Etelvina