10 de junio de 2011

LEIMOS Y COMPARTIMOS


¡CUIDADO! NIÑOS TRABAJANDO

¿Sanción o contención?

Por Ivana Fischer

Tomado de la Revista

San Pablo On Line

Los ves por la calle, venden flores, diarios; te ofrecen estampitas; con trapo y un baldecito en mano, limpian parabrisas cuando el semáforo se pone en rojo… Esa es la cara de la ciudad que los funcionarios no quieren ver, y muchos de nosotros, tampoco.

En diferentes sociedades, los niños salen a trabajar con sus familias, pues, con el trabajo de los mayores, a veces, no alcanza: de esta manera, los acompañan en tareas artesanales, en ventas callejeras o en agricultura. Pero también está “la otra cara”, la de la explotación.

¿Qué les espera a todos los menores que, día a día, tienen que salir a las calles a ganarse unas monedas?, ¿así será el resto de sus vidas?, ¿dónde queda el juego propio de la niñez?, ¿dónde están las escuelas necesarias para su enseñanza y enriquecimiento como seres humanos?, ¿quién les garantiza la protección médica o social? Son preguntas sin respuestas para estos miles de niños y niñas que trabajan y que conocen más de violencia verbal, física o psicológica, e incluso, de abusos sexuales, que de juegos, dulces, parques, diversión y amor. Las condiciones de desarrollo de estos menores están relacionadas con una sistemática violación a sus derechos humanos, que el Estado no ha sido capaz de garantizar.

Los niños que son víctimas de la explotación infantil tienden a aislarse de la sociedad, afirma Luis Orellana, psicólogo de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia: “Ellos, a diferencia de otros niños, suelen comportarse agresivamente, y esto se da porque, al realizar cualquier tipo de trabajo comercial, ellos se han enfrentado a personas que los han tratado agresivamente, los han ignorado y hasta los han humillado. Estas acciones originan, en los niños, inseguridad, resentimiento y, hasta a veces, agresiones contra sí mismos, al pensar que no están haciendo bien su trabajo; por otro lado, estas situaciones también los vuelven más fuertes, más inmunes al daño que pueda causarles la sociedad.

Iniciativas con “carita feliz”

Hay ONGs que han realizado un seguimiento muy minucioso de esta problemática y decidieron apostar por un trabajo contenedor. En muchos casos, “o no se puede o no se quiere” que los niños “dejen de trabajar”. Es así que la labor que llevan adelante varias organizaciones busca brindarles un poco de “seguridad”, en cuanto a su futuro se refiere.

Los NATs (niños, niñas y adolescentes trabajadores), en Bolivia, han fundado una asociación que, lentamente, adquiere forma de sindicato. Allí, los menores piden que se reconozcan sus derechos como trabajadores y, con ello, dejar de ser víctimas de explotación para ser tratados como un trabajador más, pese a ser niños, evitando, de este modo, la discriminación. Se reúnen regularmente y van profundizando los diferentes temas que surgen en el día a día de estos chicos. Asimismo, “se van capacitando y profesionalizando”, con el fin de dejar de sufrir la explotación.

Más cerca de nuestro entorno, hay otras experiencias positivas: por ejemplo, el de La Luciérnaga, una revista editada por la Fundación del mismo nombre, que, en la provincia de Córdoba, Argentina, ayuda y da una salida laboral a los chicos trabajadores de la calle. Este emprendimiento permitió crear “Pueblo Luciérnaga”, un hogar para los chico/as, con área educativa, de salud, jurídica… un comedor gratuito, al que asisten, todos los días, unos 120 chico/as. Además, cuentan con la colaboración voluntaria de un médico, una pediatra, un fisioterapeuta, dos odontólogos, una farmacéutica… En el área educativa, se efectúa un seguimiento escolar, y los "padrinos escolares" hacen su aporte económico para comprar los útiles que se les entrega todos los meses. El otro proyecto del área educativa consta de distintos talleres educativos, recreativos y de formación.

Una iniciativa inspirada en la anterior, en Paraná, Entre Ríos, logró lanzar larevista Barriletes, que no sólo refleja la realidad de los chicos de la calle, sino que también, con su venta, permite que 120 familias puedan paliar sus necesidades. "Con esto, tratamos de generar una alternativa laboral y no una forma más de asistencia", explican sus impulsores.

Carlitos Suárez tiene 8 años, es uno de los vendedores más conocidos deBarriletes y, retratado por Clarín hace un tiempo, dice que nadie lo supera. "Voy por las oficinas y se la ofrezco a todos", señala. El mes pasado tuvo un argumento de peso para convencer a quienes intentaron ofrecer resistencia. Les mostró la nota que le hicieron en la revista y, con su mejor sonrisa, no les dejó otra opción que comprarla.

Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: (…) El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo (Mateo 18, 2-5). Así expresa el Señor la importancia que tiene un pequeño para él. Contener, ayudar, no dejar atrás a nuestros niños es también ejecutar la obra de Jesús. Debemos ocuparnos y preocuparnos de que la explotación infantil se erradique. Un niño sin infancia será un hombre que no valore la fuente de la vida. ¿Cómo se sentiría usted, si, desde su más corta edad, hubiese vivido trabajando?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es muy doloroso y dificil de comen-
tar este Art. de Ivana Fischer. He
conocido personas que desde los 8 anios, tuvieron que salir a traba-
jar, debido a que sus padres por
razones economicas no pudieron ha-
cer mas y menos aun pagarles el es-
tudio de un oficio. Algunos siguen
viviendo y son personas muy dignas
por cierto. Es cierto que hoy, pa- ra acceder a un buen trabajo, se precisa ser Universitario.
El tema, aqui pasa por otro lado
estos ninios, no le interesan a na-
die, no hay politicas de Estado pa-
ra Educacion y Cultura, ni para sa-
car a los padres de la indigencia
en que se encuentran.!
No vale la pena decir mas...!
ETELVINA